Las páginas alborotan mi flequillo mientras las paso a la velocidad del rayo, contemplando toda su extensión de una sola pasada, el libreto de la obra... una obra que para mí hace unos cuantos meses no significaba nada especial, pero que ahora se ha convertido en la primera pincelada del cuadro de mis sueños.
Me siento en mi sofa y lio el cigarro casi al trote, lo enciendo y me lo llevo a la boca sin apartar la mirada de la portada en blanco y negro. En el mp3 sonaba Édith Piaf, el comienzo de "Je ne regrette rien" acompañaba la apertura del libreto; "La importancia de llamarse Ernesto", no tenía mala pinta... Comencé a devorar cada párrafo, cada acotación, cada uno de los tres actos si apenas pestañear; buscando mi personaje e imaginándo la representación final...
Sin darme cuenta me quemo un poco con los restos de colilla que sostengo entre mis dedos, lo apago y cierro el libreto. Me gusta, me gusta mucho; no me importa tener que esconder mi pelo (el cual estimo en exceso), aparentar 40 años más de lo de mi edad actual, no me importa nada porque se que aquel sueño que me marcó a los 12 años una noche por casualidad iba a ser cierto y pasaría de ser un sueño, a ser una premonición.
Le Théatre des Vampires, en definitiva.
ResponderEliminarMágico o maravilloso se quedan cortos para definir lo que se siente allí. Hum. De sueños no vive el hombre, pero sí de realidad. Y este sueño puede ser ya casi realidad.
Yo me entiendo.
Y a mi me gusta entenderte :3
ResponderEliminarYo sueño que estoy aquí
ResponderEliminardestas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Espero que estos versos se queden en lo que son, hermosos ripios. Y que en tu caso no se hagan realidad como a los demas nos sucede...