jueves, 26 de agosto de 2010

Ilusión sagrada

    Las páginas alborotan mi flequillo mientras las paso a la velocidad del rayo, contemplando toda su extensión de una sola pasada, el libreto de la obra... una obra que para mí hace unos cuantos meses no significaba nada especial, pero que ahora se ha convertido en la primera pincelada del cuadro de mis sueños. 
    Me siento en mi sofa y lio el cigarro casi al trote, lo enciendo y me lo llevo a la boca sin apartar la mirada de la portada en blanco y negro. En el mp3 sonaba Édith Piaf, el comienzo de "Je ne regrette rien" acompañaba la apertura del libreto; "La importancia de llamarse Ernesto", no tenía mala pinta... Comencé a devorar cada párrafo, cada acotación, cada uno de los tres actos si apenas pestañear; buscando mi personaje e imaginándo la representación final...
     Sin darme cuenta me quemo un poco con los restos de colilla que sostengo entre mis dedos, lo apago y cierro el libreto. Me gusta, me gusta mucho; no me importa tener que esconder mi pelo (el cual estimo en exceso),  aparentar 40 años más de lo de mi edad actual, no me importa nada porque se que aquel sueño que me marcó a los 12 años una noche por casualidad iba a ser cierto y pasaría de ser un sueño, a ser una premonición.
   
     " No se donde empezó mi pasado y no soy capaz de preveer donde acabará mi futuro... Pero se en qué punto quiero que mi presente se quede, algunos niños quieren ser maestros, bomberos, quiosqueros, astronautas, pilotos... yo solo quiero que mi jornada laboral comience entrando por la puerta de un edificio emblemático, que los cultos llaman templo de las artes, saludar a Dionisio que me espera allí de forma incondicinal al cruzar el umbral, recorrer el amplio patio de butacas rozando levemente con la mano el suave y brillante cuero de los asientos, dirigirme a los camerinos y pasar allí un rato de nervios, complicidad con los compañeros, repasos de última hora, retoques por doquier...  Y bajar las espaleras hacia el altar más sagrado de ese templo, el escenario... plantarme detrás del telón, cerrar los ojos y dejar que la luz del foco me bañe el rostro mientras mis oidos ensordecen con los aplausos in creccendo que irrumpen en la escena al abrir la cortina que me transforma en mi alter ego teatrístico; abro los ojos y ya no soy yo, me guardo en un pequeño cajón dentro de mi alma y me dejo llevar por la mágia de ese espacio sagrado que para mí es mi futuro... teatro... teatro... teatro"

3 comentarios:

  1. Le Théatre des Vampires, en definitiva.

    Mágico o maravilloso se quedan cortos para definir lo que se siente allí. Hum. De sueños no vive el hombre, pero sí de realidad. Y este sueño puede ser ya casi realidad.

    Yo me entiendo.

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  2. Yo sueño que estoy aquí
    destas prisiones cargado,
    y soñé que en otro estado
    más lisonjero me vi.
    ¿Qué es la vida? Un frenesí.
    ¿Qué es la vida? Una ilusión,
    una sombra, una ficción,
    y el mayor bien es pequeño:
    que toda la vida es sueño,
    y los sueños, sueños son.

    Espero que estos versos se queden en lo que son, hermosos ripios. Y que en tu caso no se hagan realidad como a los demas nos sucede...

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