Lo siento por aquellos que lo están dando todo por alegrarme, animarme y darme ánimos, pero mis propios fantasmas y miedos se están apoderando de mi mente cada vez más rápido. Es como el veneno de la serpiente, que cálido y enfermizo se extiende por mi sistema sin cortafuegos o vacuna que le detenga.

Me siento pequeña, muy pequeña... no hay más aumen-pastel, los gemelos han desaparecido, el sombrerero se ha suicidado, la liebre de marzo se ha vuelto carnívora y la reina roja sabe donde vivo y no para de mandarme señales... ¿qué hacer en este oscuro y siniestro mundo de las pesadillas?... Ojalá siguiese cayendo, desde el cielo todo se ve más fácil... Escribo estas últimas líneas desde el último rincón de mi alma, ese que aun nadie ha bañado de mi propia sangre , ese que defenderé con todo mi corazón y el que resiste solo por la testarudez de los latidos de mi pulso...